Lo que pensamos sería una realidad pasajera se ha convertido en nuestra nueva realidad, una que no deja de sorprendernos y clama a la adaptación al contexto de manera permanente.
Dicho esto, hemos de poner todos nuestros recursos a nuestro favor y no en contra, no nos dejemos arrastrar por la excusa fácil de culpar a una circunstancia como condición. Sé tu aliado, ¿Cómo?
¿Cuántas oportunidades valen tus propósitos?
Tu capacidad de lucha tiene que ser igual a tu nivel de ganas de alcanzarlos, entonces si sabes lo que no funciona, no te hagas caso y repitas patrón, recurre a aquello que posiblemente esté en ti y no estés teniendo la capacidad de ver.
Voy a darte un ejemplo:
He de realizar una tarea para la cual me falta concentración, ok, entonces recurro a otra ocasión en mi vida en la que sí he estado concentrado.
Cojo ese recurso que está en mí, conecto con esa emoción, energía y sensación y, desde ese lugar, desde esa conexión con mi recurso, me traslado a la tarea en la que “creo” que no lo tengo (atento a esto: “creer”, verbo ejecutor de las creencias, conjunto de pensamientos que nos forjamos a base de experiencias que muchas veces nos pueden condicionar, entonces es nuestro reto convertirlos en pensamientos que nos empoderen y faciliten, en lugar de limitarnos). Una vez logres trasladar el recurso que sí tienes, te sentirás con mucha más capacidad y eso te animará.
En la acción está el éxito, cuando estemos algo perdidos, no solo pongamos el ojo en el proceso sino en el objetivo, para conectar directamente con lo que nos acerca a ello.
Enuncia tus propósitos de forma positiva, configura tu mente para el éxito.
Eres tu mejor aliado, no te conviertas en lo contrario!!